27 octubre 2017

Momia



Así fuiste encontrada con tu cuerpo incorrupto como un metal,
Yacías recogida, fantaseando el abrazo de una mano y el amor parecía tenerte.

Tus reliquias entregadas al hielo como si no bastara la muerte
Tus ojos ciegos, los lirios azules de tus manos, todo, todo había sido prohibido.

Nadie pudo tocarte
Virgen, virgen te enterraron.

Te decapitaron,
Y la cámara donde te escondieron se hizo museo,
Recinto de fotos, de multitudes pagando un tiquete.

Con madera de ciprés tallaron tu primer sepulcro
Tu cabeza la dispusieron en un cofre de plata lejos de tu cuerpo
Y el ángel vigilante de tu pureza fue embalsamado.

Te encontraron dormida, negando el fallecimiento,
Soñando, como si de eso se tratara la inmortalidad
Y cuando entendieron
Tu dejaron tranquila, se fueron en puntillas,
Alejándose como quien se aleja de algún lugar sagrado

Saqueadores de tu soledad, de tu galaxia custodiando la realidad como un perro
Dejaron grafitis en las paredes, en las orillas de la puerta, al pie de los restos.

Alguien arrojó miedo por un conducto secreto
Y el lucernario comenzó a filtrar la luz como una grieta.

Hombres y mujeres adoran una imagen, el mármol con sus cicatrices de fuego.

Algunos fieles consiguieron en el mercado negro una uña, una pestaña,
Y llevan al cuello el pedazo de piel que se te cayó de los dedos.

Un hombre me dijo: “la teca es auténtica;
Es el mismísimo vello púbico de la romana

Es santa Cecilia, escuchad cómo canta”.

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